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Mama Chungu, Tanzania 2009

domingo, 26 de octubre de 2014

Seis meses de recorrido, seis meses viviendo de verdad, Australia

Fotos al final.

Sábado en familia, con mi familia, acá si que tengo confianza absoluta y mi cuarto no siempre es el más limpio u organizado de la casa, mi hermana me cuestiona mi orden del que tanto he hablado. Me despierto naturalmente, este año el 94% de las veces me he levantado así, las demás con alarma. Despertarse natural tiene que ser mucho saludable que con esas odiadas alarmas.

Abren la puerta de mi cuarto, entra Lola con toda la energía del mundo, se sube a mi cama, me lame la cara, se baja y se vuelve a subir. Así pasa un par de minutos, un poco intenso pero emocionante, la perra feliz de saludarme. Las mañanas acá en invierno son bien frías, la casa tiene un calentador que funciona a la perfección. Desayunamos en familia con música colombiana sonando, nos alistamos a velocidades de familias con niñas lindas chiquitas. Esa mañana, como todas las demás, Pía me ganó en el concurso diario de quién se lava los dientes primero, sale corriendo a mostrarme que su boca huele rico y ella es la ganadora.

Esa tarde tañíamos un almuerzo en Hillarys, un sitio en la lado del mar bien linda con muchos yates "parqueados" al lado. Acá la gente sabe perfectamente el pronóstico del tiempo, todo el mundo sabe del clima del día y de la semana. Yo en Colombia nunca he visto un pronóstico del tiempo y no sé que tan preciso sea, tampoco nunca había sabido la temperatura del día. Acá todos saben y lo comentan.

Nos fuimos a nuestro restaurante, las calles son gigantes, varios carriles de cada lado, poco trancón. Para ir al centro en hora pico se congestiona un poco la autopista, de resto nada de trancón, nada parecido a la ciudad donde vivo. Llegamos pedimos nuestro almuerzo, Pia me acompañó a tomar unas fotos de invierno ya que llovía y ni medio pedazo de cielo azul se dejaba ver. Pía hace la siguiente aclaración "when i was a little girl, I liked red, now i like blue".

Nos devolvimos a la casa. Brett y yo nos teníamos que preparar para ir a nuestra noche de pub con su amiga del trabajo que se graduaba.

Nos alistamos, llegamos al pub Brett manejando, todo el mundo haciendo fila con su licencia de conducción en la mano. Eso fue algo que me llamó mucho la atención un mis primeros viajes a Estados Unidos, que usaran el pase (licencia de conducción) como identificación, en Colombia no muchas personas tienen pase, en estos países se asume que todos tienen.

Yo mostré mi cédula, me dicen que nunca habían visto ese documento, que necesito mi pasaporte... No lo tenía, sin el pasaporte estos bouncers no me dejaban entrar, nos devolvimos a la casa. Hacia frío, Liz estaba adentro calientica, empijamada lista para irse a dormir, dan ganas de quedarse, de cancelar la ida al pub. Estaba en Perth, hay momentos donde toca meterle un poco de entusiasmo así esté en contra del deseo de dormir de uno. Recogí mi pasaporte y volvimos al pub.

Les mostré mi pasaporte, a todo el mundo le toman una foto con su identificación en la entrada, después de nuestras fotos pudimos entrar. Ahí estaba la amiga de Brett vestida de civil, se ve totalmente diferente a cuando la vi en uniforme amarillo de Ikea, me dice que con el uniforme no puede mostrar sus piernas. Nos pedimos unas cervezas y a charlar.

La homenajeada me saca a bailar, fuimos a la pista de baile, pura música occidental que se oye en todo el mundo literal, Colombia, Etiopía, Turquía, Grecia, Sri Lanka, Australia y demás países. Nulo dancing en pareja, ponen un buen reageton, yo me animo, se acaba y sigue la música normal. Nada iguala una buena rumba colombiana o de la África negra que tanto quiero.

Me fui al baño, hay dispensadores de condones, perfume con feromonas y un implemento para tener una relación sexual más emocionante. Me imagino a un iraní al entrar a este baño y ver todo esto...

No nos quedamos hasta muy tarde, nos fuimos a dormir, al día siguiente teníamos sesión de piscina con Pía.

Amanece estaba haciendo un día lindo, o como dicen en esta casa un día Liza. El sol salía, hace mucho frío antes que el sol salga a calentarnos. Acá volví a cantar, "sol solecito caliéntame un poquito". Nos alistamos y para la piscina. Una piscina de la vecindad, pública impecable. Ahí nos encontramos con unos amigos de Pía, todos hijos de amigos de Brett y Liza. Yo llevé mi vestido de baño para nadar un rato.

La clase dura media hora pero se quedan mucho tiempo más jugando con sus papás y amigos en las piscinas. Pasan muy rico, los papás les juegan, juegan entre ellos. En Colombia no veo nada común ver a los dos papás pendientes de la clase de natación de sus hijos, metiéndose con ellos, hoy en día es una labor de las niñeras o empleadas de sus hijos, eso me parece triste. El mundo, su gente, sus creencias y sus prioridades...

Nadé un rato en otra piscina, estaba en el proceso de meterme cuando alguien me empuja, salgo del agua Brett ahí riéndose después de haberme empujado. No sé por qué da tanta alegría empujar a alguien a una piscina pero a mi también me gusta. La nadada es un momento de puro enfoque en la respiración de uno y desconectarse un poco de tantos pensamientos que invaden nuestra cabeza.

Salí me fui a cambiar, en el vestier dos hombres hablando empelotos (otro crimen/pecado en Irán y el mundo musulmán, estar empeloto al frente de otros) había un papá enseñándole hacer pipí a su hijo en un orinal, el niño estaba feliz, le dio por apoyarse con sus dos manos en el orinal. El papá no sabía como reaccionar, yo me reía, él papá también se reía pero le decía que no se podía apoyar ahí, que todo el mundo hacía pipí en la pared donde el chiquito tenía las manos. Me aliste y nos fuimos hacia el cementerio por petición de los niños de la casa como nos llamaría Liza a Pía y a mi.

Los cementerios en Australia deben ser los cementerios con mejor energía del mundo. Están llenos de familias de canguros salvajes saltando por todas partes. Este es el sitio predilecto para verlos, por eso Pía y yo queríamos ir allá. Entramos, este se podría llamar un Safari de ciudad. Empezamos a ver los canguros saltar, casi todas las flores que le ponen a los muertos son de plástico para que estos animales saltadores no se las coman. Hay tumbas con flores frescas y una malla cuidándolas. No quiero que me entierren cuando me muera (prefiero que mi cuerpo o cenizas le sirvan de abono a algún árbol), pero si por algo estuviera enterrado me gustaría que los canguros se comieran las flores de mi tumba.

Nos bajamos del carro, muchos canguros, mamás con sus bolsas en su barriga, se ven como los hijos se tratan de meter, se meten y empiezan a saltar. Muy tranquilo, puros árboles, pasto verde, tumbas y canguros saltando. Ver a esos animales es muy tranquilizante, hay momentos que unos saltan y los demás los siguen, así se nos pasó un tiempo. Teníamos que ir al almuerzo de la mamá de Brett, nos montamos al carro contentos rumbo al restaurante.

Llegamos a Scabrough una zona frente a la playa muy linda, las casas más cerca a la playa tienen una gran vista al mar, son casas de millones de usd, pasamos por una de USD 12  millones, otra de USD 5 millones, los precios se saben ya que cuando las ponen en venta publican todas las características en internet y a Liz le gusta mirarlas. El mundo, su gente, su riqueza económica y sus creencias...

Almorzamos con toda la familia de Brett y la homenajeada Shona. La mamá de Brett tiene una de las risas más contagiosas que conozco y que usa mucho. A mi me dice darling y a Brett y a Liza le dice kids. Ella fue la que me regaló mi collar verde que tengo colgado hace 8 años de Nueva Zelandia, es una persona muy especial con excelente energía.

Salimos a la playa con Brett, su hermana y Pía. Hacía sol, viento y frío. Me quité los zapatos y medias, la playa estaba muy fría, arena blanca, olas grandes con surfers con wetsuits esperándolas para jugar con ellas.

Nos quedamos un rato hasta que el frío nos espantó. Nos devolvimos al restaurante y devuelta para la casa.

El matrimonio de Liza y Brett fue en la ciudad bonita/ciudad de los parques (como prefieran llamarla) en Colombia, donde nació mi mamá. Unos australianos fueron al matrimonio entre ellos Emma, una muy amiga de Brett con la que tuve una buena conexión y subimos a ciudad perdida (uno de mis sitios favoritos de Colombia) juntos. Emma trabaja al lado de la casa de Liz, yo le iba a caer de sorpresa.

Me dejaron en el camino, fui directo a su almacén, no me imaginaba que me fuera a reconocer fácil, barbas largas y 7 años encima que se notan. La veo sentada en la caja del almacén, nos miramos a los ojos, ella medio sonríe mientras sigue atendiendo a una cliente. Yo iba hacerme pasar por un cliente. Eso no pasó, Emma grita "Kikaaan, what are you doing here" no se la creía, fue una gran sorpresa. Le contaba a todo el mundo que entraba al almacén que acababa de recibir una gran sorpresa de parte mía, viniendo desde el otro lado del mundo literal, Colombia.

Nos quedamos hablando un buen rato de cosas mientras ella seguía atendiendo los clientes que entraban a su negocio. Lo primero que me pregunta es sobren un negocio que me ingenié mientras subíamos a Ciudad Perdida. Le cuento que fue todo un éxito, ella le parecía loco cuando se lo comentaba y afortunadamente se volvió realidad. Entraron unos clientes, ella les cuenta que soy de Colombia.

Ellos tienen abejas y producen miel en su jardín. Empezamos hablar de las abejas y la miel. Australia exporta muchas abejas a Canadá. Si no tenemos abejas en este mundo no hay quien polinice gran parte de nuestros alimentos y quedamos jodidos. Yo les contaba, que de chiquito, la venta de miel era uno de mis negocios, obviamente inspirado por mi papá. Me contaban que su hijo está súper inspirado con el negocio y que así está aprendiendo muchas cosas que en el colegio normalmente odia, matemáticas, biología etc. Nada mejor que lo práctico. Emma le dio un abrazo al señor por estar incentivando la conservación de abejas, sonrieron y se fueron.

Emma tenía que seguir trabajando. Nos abrazamos, quedamos en vernos otra vez. Yo me fui caminando a la casa contento de haber visto a Emma, apenas salgo, decenas de cacatúas rosadas volando y gritando hacia el árbol donde iban a dormir. Llegué a la casa, Liz preocupada por que yo estuviera perfecto, si la cortina cubría suficiente luz, si las cobijas eran calientes, excelente trato preferencial.

Ese día se cumplían 6 meses exactos del día que salí de Colombia, 6 meses de felicidad absoluta que no me arrepiento en lo más mínimo de lo que he vivido. 182 días de conocer gente espectacular constantemente, desprenderme de pendejadas con las que uno crece y vive. Aprender a valorar las cosas importantes de la vida. Este viaje he aprendido a querer mucho a los humanos, hay mucha mucha gente mágica en cada país del mundo dispuesta a sonreirle, ayudarlo, enseñarle y a alegrarle la vida a uno. Me dormí feliz, estaba en el oeste de Australia en una cama deliciosa con gente increíble, una niña linda y una perra, todo bajo un mismo techo.

Los quiero,

CHB