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Mama Chungu, Tanzania 2009

miércoles, 29 de enero de 2014

Nadando con tiburones ballena, Djibouti

















Djibouti, es el país más curioso en el que he estado. Antes de viajar, Valentina quería ir a dos países y no sólo Etiopía, nos pusimos a mirar el mapa, más o menos a dedo escogimos el destino. Djibouti es un país que tiene 30 años de independencia de Francia, diminuto y muy bien posicionado geográficamente para los intereses de muchos países. Estados Unidos, Francia, Japón, España, Alemania entré otros, tienen poderosas bases o tropas constantemente en este país y se estima que hay más de 7,000 militares internacionales constantemente en este país. Desde este punto están al lado de Somalia, Irán, Yemén, entre otros.  Además es el puerto para Etiopía, Etiopía no tiene mar y todo tiene que pasar por Djibouti.
 
El vuelo muy bueno, la visa la sacaríamos en el aeropuerto entrando. Llegamos, el aeropuerto como pequeño y a sacar la visa. En nuestro vuelo había pura gente de negocios, extranjeros que viven allá y una familia con una cámara de fotos a bordo. Ver otras cámaras o indicios de viajeros siempre genera satisfacción. 
 
En todo el proceso de la visa, la familia de la cámara estaba detrás de nosotros, les pregunté si era la primera vez en Djibouti, dijeron que sí, y en ese momento conocimos a nuestra familia adoptiva para los siguientes días en este país. La familia Noseda, compuesta por Vittorio, Antonella, Andrea(hombre) y Camila. Unos italianos muy queridos, que se conocen el mundo entero y también eran otros turistas. Esperando las maletas les preguntamos que donde se iban a quedar y nos señalan una foto del Kempinski, un hotel 5 estrellas, absolutamente espectacular. Nos preguntan donde dormiríamos y nosotros íbamos par el hotel más barato del país. 45 USD la noche, para términos africanos es muy caro, en Etiopía por un hotel así pagamos unos 10 USD. El poder de Francia sobre el país se fue parcialmente hace 30 años pero los precios parisinos se quedaron en el país. Todo tiene unos precios muy elevados comparados a sus países vecinos. (Estoy escribiendo desde Mekele, Etiopía, en días de total relax, sobre mi cama y una buena pulga acaba de saltarle a mi iPod... Vamos a ver cómo me va esta noche...)
 
Salimos del aeropuerto y un nuevo país, nueva religión (90% musulmán), vestimenta, moneda e idioma (francés, somalí y afar). El proceso de adaptación tiene que ser muy rápido. Mi francés tuvo algo de uso, pero la políglota oficial era Valentina. Llegamos a nuestro hotel, dejamos las cosas y nos pusimos a caminar. No había ni medio ser humano en las calles. Era 2do de enero y habían dado el día festivo, nos fuimos caminando al hotel Kempinski. Este es un hotel de 300 habitaciones de lujo absoluto. El precio de esa noche a nuestra pregunta de cuartos disponibles fue de USD 450. El 1% de los huéspedes son turistas y el restante 99% son militares y gente de negocios. Y así se ve, hombres y mujeres en camuflado, entran y salen, diferentes uniformes dependiendo del país, fuman adentro del hotel, gente de corbata. Muy raro, nos preguntaban que qué hacíamos en Djibouti y se reían con nuestra respuesta de "turismo". 
 
Logramos cuadrar nuestro plan del día siguiente con la familia Noseda, ir a nadar con los tiburones ballena. Este es de los mejores sitios del mundo para nadar con ellos y lo mejor de todo es que no es uno ni dos sino muchos. Suena la alarma, habíamos cuadrado un taxi que pasara por nosotros y directo al puerto. Nos subimos a un yate bien grande, estábamos nosotros, otras familias de militares de la zona y un local. Arrancó el paseo, estar en el mar en un plan de estos es una cosa de locos y de tranquilidad absoluta. Nada de olas, el sol encima de uno, había unos 30 delfines jugando a unos 500 m del barco, paz total. El yate iba remolcando dos lanchas más pequeñas que serían las que nos llevarían a nadar con los tiburones. Paramos, el dive master nos cuenta un poco de las instrucciones, no acercarnos mucho, tener cuidado con la cola del tiburón ya que tiene mucha fuerza, no tocarlos y lo más importante disfrutar. Ya todos teníamos nuestra máscara y las aletas listas para nadar. Escupir en la máscara para que nos se empañe, alistar la cámara de agua que me regalaron mis papás y cada uno para sus respectivas lanchas. 
 
En nuestra lancha iban los Noseda, una pareja de franceses, un Djiboutense (no sé si así sea el gentilicio), Valentina y yo. Me presenté con Gadichi, el local, y ya todos preparados esperando el "go, go, go" del lanchero para saltar. Arrancamos y se empiezan a ver las aletas por fuera del agua. Es algo muy emocionante.
 
El tiburón ballena es el pescado más grande del mundo (la ballena azul está fuera de concurso por lo que es un mamífero)
Sólo de alimenta de plancton
Puede llegar a medir 20 m
No se sabe mucho o nada, de su reproducción ni rutas de migración, les han puesto rastreó satelital pero se cree que por lo profundo que nadan el rastreador deja de emitir señales. Me parece raro que el humano a estas alturas no sepa mucho de este animal...
 
Llegamos a una zona de muchas aletas y nuestro lanchero da la señal. Todo el mundo para el agua con sus caretas y aletas. La temperatura del agua perfecta y uno abre los ojos y tiene a este monstruo de muchos metros al frente de uno. Es una sensación muy rica, de las cosas chéveres que he vivido y esta. Son muy tranquilos, abren sus bocas para filtrar el agua, comer y nadan. Uno empieza a nadar a máxima velocidad para verlos, estar cerca de ellos, verlos comer, nadar, vivir. Los primeros minutos son muy intensos, uno quiere seguirlos a dónde estén, una coletada de ellos son muchos braseos y pataleos de un humano y pues uno termina mamado. Pero no hay uno ni dos, había veces que había tres tiburones al alcance de mi careta. Tienen unos puntos blancos como de dálmatas, unas bocas gigantes sin dientes y producen una tranquilidad absoluta. Lo miran a uno y siguen sin problema su camino. A muchos pescados les gusta nadar cerquita del tiburón entonces siempre están acompañados. Y esto duró por lo menos por una hora. Uno se cansaba, empezaba a flotar y le pasaban por el lado. En unas de esas Valentina me dice cuidado, y uno se estrelló contra mi, la piel es como la de una lija, y nos contaban que en hace un tiempo los humanos la usaban como lijas. En el fondo había una tortuga de buen tamaño nadando por la zona, con sus cuatro patas, bien lento y tranquila, que le sumaba muchos puntos a la experiencia, a mi las tortugas me gustan mucho.
 
En todo esto Gadichi me pide el favor que sí le puedo tomar una foto con los tiburones ballena, le tomé unas buenas y seguimos nadando. Al comienzo estaba sólo tomando fotos y ya en punto dejé la cámara en mi bolsillo para disfrutar más el momento con estos animales. La gente se iba subiendo a la lancha hasta que ya todo el mundo me estaba esperando y tocó subirse. Ya tocaba devolverse al yate principal, hora de almorzar. Almorzamos y ahora nos tocaba sesión de snorkel en los corales y a los otros caretear con los tiburones. Pedimos sí podíamos repetir, había cupo y a repetir nadada se dijo. Esta vez no se veían tantos y hubo un incremento en la velocidad de la nadada de ellos. Uno me pasó al lado y tenía un anzuelo de unos 20 cm clavado en su ojo izquierdo y un pedazo de nylon de unos 6 metros arrastrando. Me dio bien duro, algo que me afecte a mi estado de ánimo y este tipo de cosas...esta vez no fui el último en subirme a la lancha. Vittorio se creía un pescado más y nado muchos kms persiguiendo los tiburones. Vittorio es un deportista por excelencia que hace súper maratones de cientos de kms de vez en cuando.
 
La devuelta muy tranquila, me puse a charlar todo el recorrido con Gadichi, un musulmán de Djibouti que no acabó colegio, aprendió inglés por su cuenta y terminó trabajando en el Kempinski, fue ascendiendo y ahora tiene un cargo importante en el hotel. Me contaba el impacto cultural que tuvo su trabajo al comienzo, gente tomando trago, (los musulmanes no deben tomar trago), parejas de hombres durmiendo en una cama doble y no en dos. Sus compañeros de trabajo habían estudiado hotelería en Suiza, de familias de plata y con unas prioridades de vida totalmente diferentes a las de él. Me contó de sus novias, de sus viajes de entrenamiento en Sur África, la primera vez que durmió en un hotel solo, sin ninguno de sus hermanos en el mismo cuarto. Le parecía muy chistoso que a mi papá le dijeran negro y que no fuera ofensivo. Una persona muy especial y todo esto en la parte de arriba del yate, echados mirando al mar. Ya entrando, nos acercamos mucho a un submarino francés, una lancha militar nos alejó y finalmente llegamos. Los hermanos de Gadichi nos recogieron en el puerto, su hermana con su pelo tapado, y nos llevaron a nuestro hotel. 
 
Ahora a nosotros nos tocaba cuadrar nuestro plan para el día siguiente, ir a Lakasal,  un sitio muy lindo de Djibouti. Vittorio averiguaba en su hotel y nosotros por nuestra cuenta. Finalmente conseguimos algo bueno, llamé a Vitorrio a su hotel, le conté y me respondía "Well done Christian, good Job" pasaron por nosotros a las 8 AM, fuimos por los Noseda y directo para Lac Assal. Habíamos alquilado una Toyota 4x4 con su guía y conductor para el paseo. A la salida mucha congestión de camiones en los puertos para llevar la mercancía a Etiopía, camellos listos para ser embarcados y exportados al Medio Oriente para que sacrificarlos y comérselos. Pasamos por un par de casas de Afares (locales) viven en unas construcciones muy bien hechas, donde en 10 m2 tienen su sitio donde dormir y su cocina. 
 
Después de unas horas y mucha charla con los Noseda llegamos a la zona volcánica. Este es el sitio más bajó de África, está a -155 msnmm. Con esto ya cumplí con el punto más bajó y más alto (Kilimanjaro) de este continente. El paisaje es bien seco y poca vegetación, uno pasa por unos pozos de agua hirviendo por el calentamiento de la tierra, hay un sitio donde están los pescados que se comen los callos de uno en su habitad. Metimos los pies, unos 100 pescaditos se le mandan a los pies de uno y a comer piel muerta. Es un sentimiento muy rico y mucho mejor en un lago natural que en un Spa en Vietnam.
 
Seguimos, Lac Assal es un desierto de sal, algo parecido al salar de Uyuni en Bolivia, menos grande y con un lago con unos colores verdes bien impresionante. En este momento llegó el momento del salto para la foto, los Noseda lo hicieron bastante bien. Nos pusimos las pantalonetas y para adentro. El agua es exageradamente salada y por eso mismo uno flota todo el tiempo, nunca me había tocado algo parecido antes, para flotar en agua normal era todo un esfuerzo pero acá todo se facilita. Nos quedamos un tiempo con Vittorio y nos salimos a quitarnos la sal con agua dulce y para la camioneta. Ya estábamos con hambre, nos fuimos a un sitio con un kiosko bueno tapando el viento y llegó la comida, todo muy rico y ya era hora de devolvernos. Llegamos como a las 6 PM y a dormir siesta para estar descansados para nuestra comida con Gadichi.
 
Gadichi llegó con su pinta ejecutiva y había cambio de planes, ya no íbamos a un restaurante sino a la casa de un amigo de Estados Unidos. Matt, lleva viviendo en Djibouti un par de años, trabajando como contratista para la base. El barrio de Matt queda la lado de la casa del presidente en un barrio muy bueno con unas casas bien lindas y grandes. Había una par de personas más muy queridas, hasta en Djibouti los locales hacen chistes de la droga colombiana... No mucha gente entiende que no es nada chistoso. Nos tomamos unas copas de vino charlamos y ya todos muy cansados a dormir. Matt nos dijo  que al día siguiente nos quería llevara a almorzar.
 
A las 12:15 pm muy puntual llegó Matt por nosotros a nuestro hotel, fuimos por su novia Kadra, y almorzar. Kadra y Matt no pueden ser más queridos, han vivido en varias partes del mundo y tienen unos cuentos muy buenos. Nos llevaron a un sitio muy local y pues como locales teníamos que comer con la mano derecha. Cabro, arroz y un par de Coca Colas, a la hora de pagar Matt dice uds son viajeros y no deben pagar por las cuentas. Y nos invitaron al almuerzo, aparte de salirse de sus trabajos, ir por nosotros e invitarnos... Increíble. Nos dejaron en el centro que estaba muerto, ( tienen 3 horas de almuerzo para la siesta) y teníamos que cambiar algo de plata. Todo el mundo nos decía que el cambio de hacía con "the woman" pues esta figura es que muchas señores se sientan en una silla tipo rimax al frente de los bancos y casas de cambio y dan mejores tasas. Todas con las mismas carteras llenas de plata y fajos de Euros, dólares y francos de Djibouti y nada pasa, eso da un sentimiento de seguridad bastante bueno.
 
A las 3 PM teníamos una cita con Vittorio y Antonella para una sesión fotográfica en la ciudad, Antonella es una gran fotógrafa y estaba estrenando cámara entonces nos fuimos de tour fotográfico tomando unas fotos muy buenas, pero repito que uno no viene a estos países de África por sus ciudades, esta definitivamente no es una cuidad que resalte por su belleza. Nos despedimos del todo de Vittorio y Antonella, creo que Colombia quedó definitivamente dentro de sus próximos destinos y nos fuimos a descansar al hotel. Esa noche teníamos comida con Gadichi.
 
Caminamos hasta el Kempinski, salió el gerente de ventas (Gadichi) muy encorbatado y elegante y nos invitó a unas copas de vino al lado de la piscina y directo al restaurante local. Un restaurante de comida de Yemen y puedo decir que puede ser de mis comidas favoritas, la Yemení, unos pescados como cocinados en un horno con mucha sabor, acompañados de unas masas con o sin miel, una salsa de tomate absolutamente deliciosa y de postre un crepe de nutella con banano. Todo esto obviamente con la mano, para la nutella con banano si no fui tan local y pedí unos cubiertos. No sé qué le pasa a mi cabeza pero llenarme la mano de nutella o algo peganchento no me llama mucho la atención. Esta vez nosotros invitamos a Gadichi. Valentina era la única mujer en nuestro recinto, hay una zona para mujeres y otra para hombres por sus temas musulmanes y por ende nada de cervezas.
 
Al lado de nuestro hotel quedaba el barrio de Etiopía y es el lugar perfecto para ir a tomar trago sin que el resto de la sociedad se entere. Gadichi toma, pero prefiere que su familia no se entere, fuimos a uno de estos bares y nos pedimos unas cervezas, la luna estaba ahí arriba y a charlar. Antes de venirme a este paseo tuve un año muy intenso en Bogotá, con mi trabajo, Styfield Seguros y Byfield Tours no tenía mucho tiempo para nada y mucho menos para mirar la luna todas las noches. En este viaje tengo muy buen tiempo y algo que estoy haciendo ahora es ver la evolución de la luna todas las noches, en este momento tenemos una luna llena bien linda y acá apenas está saliendo es más grande de lo que estaba acostumbrado.
 
Nos despedimos, estoy bastante seguro que en algún momento volveré a ver a Gadichi, y a dormir. Última noche acompañado por mi excelente compañera de viaje. En ese momento me empezó a dar una tristeza rara y algo de cosa de quedarme sólo... Nos levantamos directo para el aeropuerto y vuelo a Addis. Llegamos y llegó el momento de la despedida, nos fuimos a tomar nuestra última cerveza juntos y llegó el abrazo de despedida. Fue un momento particularmente fuerte para mi, ojos aguados y ya me quedaba sólo. Sino fuera por Valentina ya estaría de vuelta en Colombia prácticamente, las primeras noches me hacia terapia psicológica sobre mi estado de ánimo y se fue en un momento en el que ya estaba muy bien. Definimos que la primera semana es una semana de adaptación y asimilación, pero esa semana sólo arrancando en Addis Ababa no me la imagino nada amigable. Y ahora cada uno siguió con su camino, Valentina a estrenar trabajo en Colombia y yo para el norte de Etiopía, rumba al cráter de un volcán activo y zona de cientos de camellos en sus caravanas transportando carga.
 
Los quiero,
 
CHB 

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