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Mama Chungu, Tanzania 2009

miércoles, 18 de junio de 2014

Dormida en cuevas desérticas y terminada con mi novia, Irán





















Nuestro recorrido muy bueno, mucho desierto por todas partes, algo de dormida por parte mía, me levanté todo babeado, Caio se me burlaba. Llegamos a la estación de bus de Yazd, la ciudad más seca de Irán con una población de 400,000 habitantes.

Nos subimos a nuestro taxi rumbo al hotel de los alemanes. Empezamos a entrar a la ciudad. Mucho más linda de lo que esperaba. Muchas murallas de adobe, las calles parecen laberintos, es suficientemente ancha para que el taxi pase. Acá también se ve la gente mucho más tradicional. Muchas mujeres con sus "sábanas" negras encima de ellas, se cubren totalmente y se la cierra con las dos manos, muchas veces cuando ven que las estoy mirando se la cierran más, a un punto que les puedo ver una fracción de la cara.

Eso es algo que me baja el ánimo a menudo en este país, el miedo y pánico, con el que las mujeres mayores o adultas me miran, como si fuera alguien malo y estuvieran amenazadas por una mirada, hay momentos donde muerden la sábana con su boca para taparse más... No me parece que ningún humano debería tener ese comportamiento, y mucho menos tan generalizado por el simple hecho de ser mujer. No entiendo como millones de personas no pueden ver esto de una manera más racional,  cuestionarse un poco como viven y en lo que creen, no sólo fe. El mundo, su gente y sus creencias...  (todo esto lo estoy escribiendo desde Dubai, por miedo que me cogieran mi iPod, leyeran lo que estoy escribiendo y para la cárcel)

Yazd es una ciudad mucho más tranquila, muchas casas tienen un tipo de chimeneas muy lindas, estas chimeneas son atrapavientos, el aire acondicionado de la época. Una columna que desvía el viento, bajándolo a la casa para refrescarla. Nunca lo habían visto y me gusta. Llegamos al hotel de los alemanes, un hotel tradicional con un jardín grande en el centro con matas y fuentes que hacen que uno tengo el sonido del agua sonando todo el tiempo. Muy tranquilo. Nos preparamos, almorzamos, buscamos nuestro hotel para los días después como esposos que somos para efectos iraníes, con nuestros anillos de casados.

Pasaron por nosotros, una Toyota burbuja blanca en pésimo pésimo estado, todo reparado por su propietario muy chambón. Las ventanas no habrían, el seguro de mi puerta esa un pedazo de tornillo que uno subía para abrir. Las sillas rotas y sucias. Ese era nuestro vehículo para el Safari. Salimos de la ciudad, nos dejó en la mitad de un desierto, ahí empezaba nuestra caminata. Nada de árboles, piedras y arena. A medida que íbamos caminando se empezaban a ver dunas de arena. En este punto Caio y la alemana no se cubrían la cabeza, cuando el guía veía un carro o algo les decía que se taparan...

Caminamos bastante, mucha agua de hidratación, llegamos a un punto bien alto por el que teníamos que bajar por pura arena. De chiquito me encantaba correr con mi papá y mis primos por los potreros de la finca montaña abajo, a un punto donde es imposible parar, sólo cuando la inclinación bajaba. Nos acostábamos sobre el pasto largo haciendo un tipo de cama muy cómoda en el pasto. Acá no había pasto, había buena inclinación y me puse a correr de bajada. Los pies descalzos se le entierran en la arena pero es un sentimiento bien rico. Nada más rico que sentir cosas con los pies descalzos, pasto, agua, arena, lodo...

Ya estaba atardeciendo, un par de nubes rojas, la luz anaranjada sobre las montañas, nada de ruido sólo el sonido del viento, dos parejas de novios en el desierto, muy romántico, el ambiente contribuía perfectamente, estábamos en la mitad de la nada y podíamos demostrarnos nuestro afecto públicamente ya que no había ningún policía cerca. El sol se fue, nos montamos a la camioneta directo a nuestra cueva.

Llegamos al sitio de dormida, fuimos a buscar leña para la fogata, las niñas hicieron una gran labor recolectando bastante leña. El chef era el mismo conductor, puso una olla encima de la fogata para preparar nuestra comida, el sol dejó de calentar, las nubes salieron tapando las estrellas evitando que nosotros las viéramos, empezó hacer frío, todos teníamos nuestros sacos puestos. La alemana se cubrió su cabeza por voluntad propia para tener la cabeza más caliente.

Sacaron una narguila, semillas de girasol, té, cubos de azúcar y una manta de pic nic. Esos serían nuestros implementos de entretenimiento para la noche. Cada vez mejoro más mi técnica de comer semillas de girasol, todo gracias a mi profesor en Teherán, logró sacar la semilla de la cáscara usando sólo mis dientes del frente, sin necesidad de manos. El guía cantaba en farsi canciones con buena energía. Los alemanes, unos bacanes absolutos, nunca me imaginé que los iba a ver después de compartir taxi con ellos en Teherán.

Son una pareja de novios de 21 y 20 años. El alemán perdió un diente delantero en un año nuevo en Freemantle, Australia por ponerse a pelear con un boxeador alemán hace tres años. Está esperando a que el boxeador vuelva a Alemania para que le pague su tratamiento de odontología... Ojalá ese día llegue. Nuestro cuarto ya estaba listo, una cueva de unos 6 m2, un tapete persa de colchón, cuatro sleeping bags en línea y ya.

Nos fuimos con Caio a dar una vuelta por el desierto con una linterna, charlando de la vida, filosofando cada uno de su respectiva vida, Caio sin su pelo tapado, nos dábamos besos cuando quisiéramos. Llegamos a dormir, los alemanes ya estaban dormidos en la cueva, dormir sin colchón no es tan cómodo... La noche se pasó bien rápido. Nos levantan después del amanecer, el desayuno ya estaba listo. Buen tomate, huevo duro, pepino y té.

Seguimos caminando por el desierto por unas horas, había partes llenas de espigas largas que se movían con el viento al tiempo, una caminata muy relajada, hasta que llegamos a la camioneta, las niñas se pusieron su pañoleta en la cabeza, nos montamos al carro y para el pueblo. Esa camioneta iba a toda máquina, máxima velocidad, todo le sonaba, cualquier animal en el a carretera hubiera sido un fuerte totazo. Llegamos sanos y salvos al pueblo, los alemanes para su hotel, Caio y yo para el nuestro. Esa tarde no hicimos nada.

Nos quedamos en esas mesas tipo camas, nos traían jugo de naranja recién exprimido, nuestro almuerzo con bastante berenjena, helado de todos los sabores, agua, más jugo de naranja, poníamos mi iPod con música leve mientras oíamos la fuente del centro del patio del hotel. Teníamos un día de total relajación. Nos dieron nuestro cuarto, tres camas, baño privado, espejos por todas partes, nos bañamos, comimos muchas semillas de girasol echados en la cama sobre un magnífico colchón, mientras mirábamos el techo redondo de unos 4 metros de alto, muy típico de los hoteles tradicionales de esta ciudad. Así se nos pasó todo la tarde buena música y vino preparado por Negar.

Por la noche fuimos a dar un borondo por la ciudad con los alemanes, esa sería la noche de despedida con ellos, paramos en una heladería, los meseros pendientes de nosotros, el dueño nos sonreía, todos probamos una mezcla diferente de helado, la heladería muy elegante, fuentes de agua y todo. Debe ser un sitio de encuentros románticos entre parejas, mientras comen helado. En este punto la confianza con Caio es absoluta, me avisa cuando tengo ñuflas, piches y demás cosas que aparecen en la cara de uno de mal aspecto.

Nos quedaba sólo un día más juntos, nos levantamos tarde, desayunamos con buen tomate y quesos. Para el desayuno Caio se tiene que tapar, para estar en el restaurante del hotel...nos alistamos y nos fuimos a caminar por la ciudad juntos. Fuimos a unas fuentes muy lindas y funcionando, en ese momento nos pasan dos mariposas volando al frente, volando juntas, se juntaban y se separaban. Mariposas cafés con puntos amarillos bien fuertes, volaban, se apareaban, coqueteaban, se separaban y volvían a estar juntas. Tienen más libertades estás mariposas que una pareja de novios o esposos para demostrarse su amor en este país, incluso estaban vestidas más alegremente, con colores más vivos que la mayoría de los seres humanos que habitan este país.

Caminamos por la ciudad bastante, siempre cogidos de la mano. Yo le decía, "venga p'aca", ella me sonreía  y me daba la mano. Fuimos al atrapa vientos más alto del mundo, más alto del mundo que no impresiona en la más mínimo, lo bueno es que uno sé para abajo y si siente todo el viento que refresca el lugar, todo un aire acondicionado de la época antigua. La caminata para allá fue larga, íbamos parando en los sitios que nos parecían interesantes, un par de tiendas de mascotas, hay una cultura fuerte de tener pajaritos, perros no ya que pasearlos en la calle es ilegal. Comimos al lado del atrapa vientos, se oían grillos cantando en lagos cercanos, teníamos un jardín lleno de agua y árboles en el centro, esa fue nuestra última comida juntos. Taxi para el hotel.

La energía no era la mejor, estábamos tristes, es raro, los dos sabíamos que nuestro noviazgo terminaba en un par de horas, yo viajando, ella viviendo en Austria o Argentina... Desde el primer momento que llegó sabíamos eso, uno ignora eso, simplemente disfruta del momento y vivir como si fuéramos novios de verdad, lloramos, nos dormimos abrazados. Caio tenía un vuelo temprano en la mañana. El despertador suena, segunda vez que la veía hacer su maleta para irse a otro país, esta vez si quien sabe si la vuelva a ver, me encantaría pero por lo que queda de año no será.

Le agradezco en el alma haberse venido hasta Irán para vernos, hacerme más feliz, viajar todo lo que viajó y a Irán...No pude haber pasado más rico con ella, fue una novia de corto tiempo pero fue una novia de verdad, me gusta bastante, me encanta estar con ella, cogerle la mano, reírme con ella, hablar de la vida, dormir con ella, levantarme al lado de ella, yo siempre era el primero en levantarme, me quedaba mirándola dormir, respirar.

Nos abrazamos largo, apretado, se fue del cuarto con su backpack puesto bien lleno, ya le había dado mi pulsera de Colombia. Llegó la hora de separarnos, el taxi se fue, yo le había dejado unos mensajes de amor en la agenda de su celular escondidos, al cabo de unos días no sólo le llegaron a ella sino a todo el palacio, incluyendo príncipe y princesa...

Yo me quedé durmiendo un rato más en nuestro cuarto. Me levanté a las tres horas terminado de mi novia, el dueño del hotel me preguntó que cuando nos íbamos a encontrar, le dije que por ahora en unos años... Acá a la gente no le cabe en la cabeza nuestra relación...

Traté de escribir algo, cuando no estoy de buen ánimo no puedo escribir ni media palabra, tampoco tomo ni media foto, leí bastante, salí a caminar, la ciudad estaba muerta, cierran todo a medio día para dormir la siesta, como en Bucaramanga (la familia de mi mamá es de la ciudad bonita), detalles de cada ciudad que alegran la vida.

Me quedaban unos días más en Irán, tenía que ir bajando para llegar a Percepolis, capital del imperio persa, ahora sin novia y no muy bien de ánimo.

Los quiero,

CHB







Christian Byfield
byfieldp.blogspot.com

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